Llevar a cabo una crítica significa ofrecer una valoración personal y analizada de las ideas propias y ajenas. Esta interesante acepción se ve enturbiada por el concepto peyorativo que tiene la sociedad al respecto basado en el prejuicio de que criticar, sobre todo a las personas, está mal. Además, el aprendizaje del empleo de este tipo de pensamiento no está respaldado por los dirigentes manipuladores que prefieren el manejo fácil de las personas sin criterio. Pero la capacidad crítica es importantísima para cualquier persona e imprescindible para un diseñador cuando lleva a cabo tareas creativas.

Practicarla exige una libertad de pensamiento difícil de ejercer y asumir. El pensamiento crítico no se enseña en las escuelas, se diría incluso que socialmente está mal visto, de manera que no se adquiere la costumbre de analizar y generar juicios propios sino que, fundamentalmente, se repiten las respuestas de otros. Y así, cuando llega el momento de aportar las propias ideas, como no existe un entrenamiento previo, resulta difícil. El pensamiento crítico se cimienta en la idea de que todo, incluida la condición humana, es mejorable. Por eso es tan importante, porque la naturaleza de las personas y, en general de la sociedad, está sometida a cambios que exigen transformaciones continuas y soluciones nuevas.
El diseñador con capacidad crítica ha de ser autodisciplinado y estar dispuesto a mirar y analizar sus pensamientos para adoptar una actitud independiente. Tiene que conocer sus debilidades y fortalezas para sacar el máximo partido de si mismo. Cuando se quiere desarrollar este tipo de pensamiento, hay que ser capaz de procesar la información contrastándola, empleando diferentes fuentes, intentando suspender los juicios y las suposiciones. Se debe mantener una actitud abierta y positiva, empleando para el análisis diferentes puntos de vista. Hay que tener en cuenta el contexto, interpretar de forma adecuada los datos disponibles para establecer los propios argumentos, sacar conclusiones y conseguir aportar un conocimiento útil. No se tendrá miedo a la equivocación porque los errores se considerarán oportunidades para mejorar y aprender y, por último, se empleará la interdisciplinaridad como arma de trabajo y fuente de ideas.
Un diseñador que emplea el pensamiento crítico cuando trabaja en grupo, tiene que ser capaz de guiar conductas, opinando y actuando de forma coherente y de encontrar un equilibrio entre emoción y razón, entre saber escuchar e intervenir en una conversación. No ocultará información, la compartirá y analizará los riesgos que supongan los cambios, planteándolos como una experiencia de transformación que requiere un tiempo de adaptación. Mantendrá una actitud de crítica positiva y de mejora continua, mostrándose abierto y respetuoso, comprensivo y humilde, sin necesidad de emplear la ridiculización o el insulto, atento al lenguaje corporal propio y ajeno. Tendrá que ser capaz de reelaborar con sus propios procedimientos cualquier tema y no copiarlo simplemente, descubrir la estructura de las cosas, resumir, esquematizar y sintetizar, fijarse en los detalles, saber poner ejemplos, comparar, establecer analogías, hacer mapas conceptuales, dividir en partes un todo, saber preguntar y sobre todo aportar, estar dispuesto a conseguir inferencias de las propias experiencias, la mejor fuente de conocimiento, para crear nuevas soluciones.
Lopez Frías (2005), en su libro “Pensamientos crítico y creativo”, afirma que el pensador crítico tiene que sentirse bien preguntando y cuando le preguntan, y entenderlo como una forma de exploración personal y del entorno. Además, establece tres tipos de preguntas: divergentes, que llevan a cabo cuestionamientos de forma creativa, imaginativa y original, evaluativas, aquellas que pretenden que se establezcan juicios, valoraciones y requieren argumentos que los apoyen, y trascendentes, que cuestionan los procedimientos, la forma de hacer las cosas, lo que se sabe o se conoce. Otra capacidad que el diseñador que quiera emplear el pensamiento crítico debe desarrollar es la de generar sus propias correcciones. Para ello ha de responsabilizarse de su aprendizaje, saber lo que necesita, lo que le sirve, lo que va a utilizar en el trabajo y en la vida personal, diferenciar lo que sabe de lo que desconoce y asumir su ignorancia para conseguir aprender por si mismo basándose en la experiencia propia.